Escrito por: Dra. Angélica Sánchez Gómez, Directora de la Licenciatura en Administración de Empresas UNLA
Estamos viviendo un momento en el que la Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser una promesa del futuro para convertirse en una herramienta de uso cotidiano. En el ámbito empresarial, tanto grandes corporaciones como startups emergentes ya están integrando soluciones de IA en sus procesos, con el objetivo de hacerlos más eficientes, tomar decisiones mejor fundamentadas y ofrecer productos o servicios más personalizados.
Este avance permite automatizar tareas repetitivas, analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real, atender a clientes mediante chatbots, detectar fraudes o generar recomendaciones personalizadas, por mencionar algunos ejemplos. Así, la IA se ha convertido en un recurso accesible y cada vez más presente en las organizaciones.
Sin embargo, con su creciente uso también han surgido inquietudes. En diversos sectores se teme que la IA sustituya completamente a las personas. No obstante, más que hablar de reemplazo, deberíamos hablar de transformación de roles. La IA puede ser un asistente poderoso, pero sigue siendo indispensable el criterio humano para supervisar, decidir y, sobre todo, crear.
En el ámbito educativo, este escenario representa tanto una oportunidad como un desafío. Uno de los principales objetivos que tenemos como docentes es formar profesionales capaces de comprender, aplicar y cuestionar el uso de estas tecnologías. Por eso, más que resistirse, es momento de involucrarse, explorar sus posibilidades y entender sus límites. Además, su uso dentro del aula puede abrir nuevas formas de enseñanza y aprendizaje, siempre que se adopte con responsabilidad y sentido ético.
En este contexto, también es fundamental que las instituciones educativas y las empresas trabajen de manera colaborativa. La actualización constante de planes de estudio, la inclusión de habilidades digitales y la promoción del pensamiento crítico no son solo una necesidad académica, sino una estrategia para preparar a los futuros profesionales frente a un entorno cambiante.
La IA no es un destino, es una herramienta. Y la diferencia la haremos nosotros, con pensamiento crítico, formación sólida y una mirada ética.