Por: Dra. Angélica Sánchez Gómez, Directora de la licenciatura en Administración de Empresas
Uno de los temas que sobresale en el diseño de estrategias empresariales en los últimos años es la sostenibilidad, que ha pasado de ser una simple tendencia a una necesidad urgente para muchas instituciones. Cada vez más, como sociedad que consume y que labora en las empresas, exigimos un compromiso firme con el medio ambiente y su protección, ya que hemos podido presenciar grandes catástrofes, como el reciente incendio en el estado de California, en Estados Unidos.
Esto nos hace replantearnos: ¿es la sostenibilidad solo una moda o realmente está transformando el panorama empresarial? Esta cuestión exige que las organizaciones busquen rediseñar sus estrategias, integrando objetivos más sostenibles en sus operaciones, aunque aún hay un largo camino por recorrer.
Muchas de las grandes empresas están buscando adoptar prácticas sostenibles en distintas áreas funcionales, reduciendo así, por ejemplo, su huella de carbono, utilizando energías renovables o implementando el reciclaje de materiales y la optimización de sus cadenas de suministro para reducir el desperdicio. Con estas acciones buscan, por un lado, contribuir al cuidado y preservación del medio ambiente, pero también mejorar su imagen corporativa para fidelizar a sus clientes, especialmente a las generaciones más conscientes.
Así que, cuando pensamos en la sostenibilidad empresarial, no solo debemos considerar los beneficios éticos que esta puede traer, sino también los impactos financieros a largo plazo. Aunque no es el fin en sí mismo de la sostenibilidad, recordemos que debe generar un impacto positivo en diversas dimensiones: la social, la económica o financiera y, por supuesto, la ambiental. Si bien la adopción de medidas sostenibles en las organizaciones puede implicar inversiones iniciales, a largo plazo puede generar ahorros significativos, como la reducción de costos energéticos o incluso el acceso a algunos incentivos fiscales. Por otra parte, puede representar una opción para crear una buena reputación, lo que a su vez incentiva a diversos inversores comprometidos con negocios más éticos.
En conclusión, la sostenibilidad ha dejado de ser una mera opción decorativa para convertirse en una estrategia capaz de generar ventajas competitivas en diversas dimensiones. Al optar por la incorporación de estas prácticas se mejora la competitividad, pero también se abre una oportunidad para la humanidad de construir un futuro mucho más justo y equilibrado.