Escrito por: Alejandro Ruiz, psicólogo del Centro de Orientación Psicológica de la UNLA
En los últimos años, se le ha ido dando cada vez más importancia a la salud psicológica y gracias a ello, cada vez es más común que las personas acudan a sesiones de psicoterapia en donde suelen recibir diagnósticos con los que ‘explican’ su sintomatología o sus comportamientos, sin embargo, con ello también ha comenzado una serie de etiquetajes que tienen un efecto contrario al esperado de ir al psicólogo.
“Yo no salgo de casa porque tengo depresión”, “no salgo donde hay gente porque tengo ansiedad”, “hice eso porque tengo TLP”, son algunas de las muchas expresiones que he escuchado de personas que acudieron con algún profesional de la salud psicológica, como si el hecho de ‘tener’ alguno de esos diagnósticos explicara lo que sienten o el por qué hacen lo que hacen, dándole a una etiqueta la connotación de causalidad, lo cual es bastante cuestionable. Pero para poder explicar esto, será imprescindible definir algunas cosas antes.
Etiqueta diagnóstica: es verdad que muchos profesionales de la salud psicológica como lo son psicólogos y psiquiatras utilizan conceptos como ansiedad, depresión y muchos otros, sin embargo, la finalidad de utilizarlos tiene que ver más con fines de comunicación y no con fines explicativos. Si lo viéramos así, esos conceptos únicamente tienen un alcance descriptivo y por tanto, sólo son capaces de decirnos características, más no son capaces de decirnos la razón de su origen o de su mantenimiento.
Por ejemplo, yo sabría que una persona con depresión se ha sentido mayormente triste, que ha perdido el interés en las cosas que usualmente le interesan, que ha cambiado su apetito o que tiene pensamientos de inutilidad o culpa. Todo eso lo puedo saber por la etiqueta de ‘depresión’, sin embargo, yo no puedo saber la razón de esa tristeza, de esa pérdida del interés o de esos pensamientos. Del mismo modo, podría saber que una persona ansiosa experimenta sensaciones físicas como tensión muscular, pensamientos predictivos o agitación, sin embargo, yo no conozco la razón de esas manifestaciones. Las etiquetas diagnósticas responden a la pregunta ¿qué ocurre?, pero no responden a preguntas como ¿por qué ocurre?
Explicación tautológica: si yo te dijera: el mar es azul porque refleja el mar y el mar es azul porque refleja el cielo, ¿dónde estaría el origen del tono azul en el mar o el cielo?, nos encontramos ante una afirmación sin sentido dado que se vuelve circular.
Es justo lo anterior algo que ocurre con las etiquetas diagnósticas cuando son utilizadas como una explicación de nuestras emociones y comportamientos en lugar de ser utilizadas como un concepto descriptivo para la comunicación de los mismos. Por lo que, hacer afirmaciones que refieren una causalidad entre la etiqueta diagnóstica y nuestras experiencias suele ser similar a lo descrito por el color azul en el mar y el cielo.