Publicado el 2022-11-30 en Cps

Soy así por mi ansiedad… ¿O no?

Escrito por: Alejandro Ruiz, psicólogo del Centro de Orientación Psicológica de la UNLA

 

En los últimos años, se le ha ido dando cada vez más importancia a la salud psicológica y gracias a ello, cada vez es más común que las personas acudan a sesiones de psicoterapia en donde suelen recibir diagnósticos con los que ‘explican’ su sintomatología o sus comportamientos, sin embargo, con ello también ha comenzado una serie de etiquetajes que tienen un efecto contrario al esperado de ir al psicólogo.

 

“Yo no salgo de casa porque tengo depresión”, “no salgo donde hay gente porque tengo ansiedad”, “hice eso porque tengo TLP”, son algunas de las muchas expresiones que he escuchado de personas que acudieron con algún profesional de la salud psicológica, como si el hecho de ‘tener’ alguno de esos diagnósticos explicara lo que sienten o el por qué hacen lo que hacen, dándole a una etiqueta la connotación de causalidad, lo cual es bastante cuestionable. Pero para poder explicar esto, será imprescindible definir algunas cosas antes.

 

 

Etiqueta diagnóstica: es verdad que muchos profesionales de la salud psicológica como lo son psicólogos y psiquiatras utilizan conceptos como ansiedad, depresión y muchos otros, sin embargo, la finalidad de utilizarlos tiene que ver más con fines de comunicación y no con fines explicativos. Si lo viéramos así, esos conceptos únicamente tienen un alcance descriptivo y por tanto, sólo son capaces de decirnos características, más no son capaces de decirnos la razón de su origen o de su mantenimiento. 

 

Por ejemplo, yo sabría que una persona con depresión se ha sentido mayormente triste, que ha perdido el interés en las cosas que usualmente le interesan, que ha cambiado su apetito o que tiene pensamientos de inutilidad o culpa. Todo eso lo puedo saber por la etiqueta de ‘depresión’, sin embargo, yo no puedo saber la razón de esa tristeza, de esa pérdida del interés o de esos pensamientos. Del mismo modo, podría saber que una persona ansiosa experimenta sensaciones físicas como tensión muscular, pensamientos predictivos o agitación, sin embargo, yo no conozco la razón de esas manifestaciones. Las etiquetas diagnósticas responden a la pregunta ¿qué ocurre?, pero no responden a preguntas como ¿por qué ocurre?

 

Explicación tautológica: si yo te dijera: el mar es azul porque refleja el mar y el mar es azul porque refleja el cielo, ¿dónde estaría el origen del tono azul en el mar o el cielo?, nos encontramos ante una afirmación sin sentido dado que se vuelve circular.

 

Es justo lo anterior algo que ocurre con las etiquetas diagnósticas cuando son utilizadas como una explicación de nuestras emociones y comportamientos en lugar de ser utilizadas como un concepto descriptivo para la comunicación de los mismos. Por lo que, hacer afirmaciones que refieren una causalidad entre la etiqueta diagnóstica y nuestras experiencias suele ser similar a lo descrito por el color azul en el mar y el cielo.

 

 

Por ejemplo, decir algo como: me siento triste porque tengo depresión,  no tiene diferencia a: tengo depresión porque me siento triste, siendo entonces una explicación tautológica del por qué nos sentimos así.

 

¿Intensidad? Otro aspecto que encontramos respecto al uso de etiquetas diagnósticas tiene que ver con las inferencias que se hacen en cuanto a las diferencias que hay con las emociones, como si estos fueran el único criterio para que sean una u otra. Por ejemplo, es común que las personas asuman cosas como ‘la depresión es una tristeza muy intensa’, como si fueran lo mismo salvo por la intensidad. Esto suele facilitar el que tachemos de depresión y etiquetemos de deprimido a cualquiera que experimente tristeza con una intensidad alta, sin embargo, como vimos unos párrafos antes, estos conceptos describen una serie de criterios que no se limitan a uno o dos. Por tanto, una alta intensidad de alguna emoción no es suficiente para asumir que alguien tiene esa etiqueta diagnóstica.

 

Qué responder entonces a la pregunta ¿soy así porque tengo ansiedad?, dado las ideas anteriores, la respuesta sería que no. Cualquier etiqueta diagnóstica no nos da un origen ni una causalidad, únicamente nos dice que hay la presencia de ciertas características y cuando mucho las describe sin tomar en cuenta la idiosincrasia.

 

 

Pero entonces, si no soy así por tener ansiedad o cualquier otra etiqueta diagnóstica ¿por qué soy así?, aquí nos encontramos con otra cuestión, y es que pareciera que esas etiquetas nos definen o limitan lo que somos en relación a ellas, lo cual no es todo lo que somos. Quizá sería útil comenzar a expresarnos en relación a experiencias, como podría ser: siento ansiedad en lugar de soy ansioso. 

 

De esta forma es mucho más sencillo responder a la pregunta ¿por qué tengo ansiedad?, en lugar de responder a ¿por qué soy ansioso? Y la respuesta a esa pregunta estará en nuestras historias de aprendizaje, a los sucesos de nuestra vida y a las experiencias que cada uno hemos tenido, a nuestra idiosincrasia y a nuestro repertorio de formas para afrontar las exigencias de la vida.

No soy 'ansioso' aunque sienta ansiedad.




Referencias:

Froxán Parga, M. X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana. Concepto, metodología y aplicaciones. Pirámide.

Pasternac, M., & Benedito, G. (2003). Psicología: ideología y ciencia. Siglo XXI.

Arnedillo, J. J. M. (2015). Los problemas psicológicos no son enfermedades. López, E. y Costa, M. Madrid: Pirámide, 2014. Papeles del Psicólogo36(1), 77-80.

Fierro Bardají, A. (2018). Sobre cuestionamientos, crisis y crítica en Psicología. Apuntes de Psicología, 36 (1-2), 27-33.

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