Publicado el 2022-04-15 en Licenciatura y Licenciatura en Psicología

Mujeres en la psicología: invisibilización y exclusión histórica

Por Regina Pamela Mata Hernández 

 

Hoy en día, es común llegar a un aula de clases de la licenciatura en Psicología y notar que la mayoría de sus estudiantes son mujeres. Los alumnos hombres suelen ser escasos en esta carrera y en salones pequeños, incluso nulos. Actualmente, identificar a psicólogas catedráticas o al frente de direcciones no es extraño, y cada día encontramos a más psicólogas en espacios que permiten la difusión de sus ideas. Sin embargo, los artículos, teorías y libros que se enseñan en los salones de la licenciatura han sido en su gran mayoría escritos por hombres. 

 

¿Dónde están las teóricas y autoras del pasado? ¿Acaso no había mujeres psicólogas en tiempos remotos? ¿Por qué las aportaciones que hoy en día se toman como referencia universal del estudio y aplicación de la psicología solo citan a Freud, Wundt, Piaget, Bandura, Maslow, Vygotski? ¿Por qué al teclear «psicólogas de la historia» en Google, 5 de los 10 primeros resultados son hombres? 

 

La historiografía feminista ha comenzado a cuestionar el fenómeno de la psicología sin mujeres, exponiendo el cómo se nos ha excluído, discriminado e invisibilizado a lo largo del tiempo. Desde el no ser admitidas en las aulas debido a nuestro sexo, hasta los obstáculos presentados al querer ejercer, la psicología ha sido una disciplina con enfoque androcentrista, con sesgos que exageran las diferencias de género y patologizan lo femenino tanto si cumplen los mandatos de la feminidad, como si los rompen, o minimizan estas diferencias y sitúan a lo masculino como lo universal, lo normal, lo ideal. 

Psicólogas y sociólogas como Alice Rossi (1965), Naomi Weisstein (1977), Carmen García Colmenares (2007) y demás, han intentado retratar en sus trabajos el cómo las mujeres destacadas en la psicología no han contado con las mismas oportunidades que sus colegas hombres, y cómo la meritocracia en la historia de la disciplina ha sido tan solo una ilusión. Con el ejemplo anterior de Google, podemos entender que las mujeres no hemos tenido acceso al ámbito público y académico, y que aquellas que sí han logrado tenerlo a capa y espada han sido silenciadas o ignoradas.

 

A las mujeres se les permitía desenvolverse en la psicología a decisión, conveniencia y favorecimiento de los hombres. Lo anterior se ilustra con los trabajos de Margaret Rossiter (1995), que expone cómo, después de la Segunda Guerra Mundial, en un intento de evitar el nepotismo; se les negó a mujeres distinguidas el ejercer como catedráticas en instituciones donde sus maridos ya laboraban, alejando, así, a las mujeres de un puesto como «profesionales de primera clase».

 

Es hasta la década de los setenta que se empiezan a publicar estudios e investigaciones que muestran las discriminaciones que las mujeres han sufrido en el campo de la psicología. Un trabajo importante y revelador que denota esta invisibilización y represión es el estudio bibliométrico de Concha Fernández Villanueva (1982), en el que identifica los porcentajes de publicaciones de hombres y mujeres en las revistas psicológicas más importantes de la década de los setenta, detectando que tan solo el 27.2% de dichas publicaciones corresponden a autoras, mientras que un 72.8%, a hombres. 

 

En 2010, la revista Psicothema publicó una bibliometría similar, capturando los porcentajes de 1989 hasta 2008, y arrojando que los intentos por construir una «psicología de la igualdad» (Silvia García, 2010) comienzan a dar frutos. En 1989, se detectó que el porcentaje de autoras mujeres fue de un 35.71%, en 2008, incrementó a 48.48%. Lo anterior indica que, aunque sí existe un incremento en la visibilización de la mujer dentro de la psicología, las desigualdades y la exclusión no han cesado.

 


Dicho avance se lo debemos al feminismo y a la presión que han ejercido las psicólogas feministas a lo largo del tiempo. Un ejemplo perfecto es la elección de la tercera y cuarta presidentas de la American Psichological Association (APA), Ann Anastasi en 1972 y Leona Tyler en 1973, que rompió con una dictadura de más de cincuenta años de hombres en el poder. 

 

Estas elecciones de presidencia coinciden con el auge de la tercera ola del feminismo, que tuvo lugar en los setenta, y contó con grandes protestas públicas y grupos de autoconciencia y búsqueda de apropiación de espacios públicos para las mujeres. Durante la década, en 1975, se crea en la APA la división de Psicología de las Mujeres. 

 

Ganar estos espacios ha representado ganar una batalla dentro de una guerra, es decir, la lucha aún persiste, y no debemos olvidar que actualmente seguimos inmersas en una disciplina repleta de contenidos sexistas y androcentristas. Continuamos luchando contra los sesgos de género en el proceso de investigación (por ejemplo, en la selección de muestras mayoritariamente masculinas), sesgos del lenguaje, de los estereotipos de género, de la enseñanza de textos escritos en su mayoría por hombres, etcétera. 

 

En la década de los ochenta, se expone la discriminación y rechazo de las revistas de psicología, que no aceptaban trabajos de mujeres, porque contenían «temas minoritarios». La respuesta a lo anterior fue la fundación de revistas como Sex Roles (1975), Psychology of Women Quarterly (1976) y Feminism & Psychology (1991). A pesar de dichos esfuerzos, los trabajos publicados en ellas son poco citados y reconocidos. 

 

Tras este recorrido histórico sobre cómo las mujeres hemos sido sistemáticamente invisibilizadas, olvidadas y discriminadas en la psicología, me gustaría resaltar y concluir con que sí ha habido un progreso, consecuencia del persistente esfuerzo de miles de mujeres psicólogas y feministas que reivindican día con día nuestros derechos como mujeres profesionistas, y que han ocupado espacios de poder para obrar desde ahí a favor del resto. 

 

Me es menester señalar que nuestro acceso y participación plena en esta disciplina representa no solo un derecho, sino también un crecimiento y evolución de la materia misma. Es de admirar la labor de las psicólogas a lo largo de la historia, y está en nosotras(os) nombrarlas, reconocerlas y continuar con lo que empezaron. 

 

Referencias 

Fernández Villanueva, Concepción. (1982). «La mujer y la psicología». En Durán, M. Ángeles (ed.), Liberación y utopía, pp. 81-102. Madrid: Akal. 

 

García Colmenares, Carmen. (2007). Autoridad femenina y reconstrucción biográfica: el caso de las primeras psicólogas españolas. Revista de Investigación en Educación, 3, pp. 51-70. 

 

García-Dauder, Silvia. (2005). Psicología y feminismo. Historia olvidada de mujeres pioneras en psicología. Madrid: Nancea. 

 

-----. (2010) [25 de marzo de 2022]. Las relaciones entre la Psicología y el Feminismo en “tiempos de igualdad”. Quaderns de Psicologia, 12(2), pp. 47-64. Recuperado de http://www.quadernsdepsicologia.cat/article/view/771 

 

González-Alcaide, Gregorio; Castelló-Cogollos, Lourdes; Bolaños-Pizarro, Máxima; Alonso-Arroyo, Adolfo; Valderrama-Zurián, Juan Carlos y Aleixandre-Benavent, Rafael. (2010). Veinte años de investigación de la psicología española en Psicothema (1989-2008). Psicothema, 22(1), pp. 41-50. 

 

Rossi, Alice. (1965). Women in science: Why so few? Science, 148, pp. 1196-1202. 

 

Rossiter, Margaret. (1995). Women scientists in America. Before affirmative action 1940-1972. Baltimore: The Johns Hopkins University Press. 

 

Weisstein, Naomi. (1977/1997). «How can a little girl like you teach a great big class of men?» the chairman said, and other adventures of a woman in science». En Crawford, Mary y Unger, Rhoda (comps.), In Our Own Words. Readings on the Psychology of Women and Gender, pp. 26-32. Nueva York: McGraw Hill. 

 

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