Hacer nuestro mejor trabajo con, sin y a pesar del cliente

Andrea Caballero Sánchez, egresada de la licenciatura en Diseño de la Comunicación Gráfica

 

Aunque a veces pareciera que en el mundo laboral todo es negativo, siempre podemos encontrarle el lado positivo. 

 

La vida profesional que nos cuentan durante la licenciatura es una fantasía. Si bien existen sus excepciones, la mayoría de las personas con las que trabajaremos durante nuestra vida laboral, no tienen la menor idea de qué hacemos y no les interesa aprender.

 


En la licenciatura, en mi caso Diseño de la Comunicación Gráfica, nos hablan del bocetaje, los briefs, las reuniones con el cliente, entre otras herramientas útiles dentro de la metodología del diseño; y sí, son útiles, pero pocas veces son posibles: «Es que no tengo tiempo para una reunión», «No estoy seguro aún del giro de mi negocio», «¿Podemos hacer el logo más grande y en amarillo neón?».



Cientos y cientos de razones habrá para no poder realizar nuestro trabajo de la manera en que nos enseñaron a lo largo de la carrera. Entonces, ¿cómo podemos mostrar el cien por ciento de nuestro potencial, cuando el contexto no nos favorece?

 


Aunque egresé en mayo de 2020, llevo trabajando de manera freelance y en diversas agencias desde 2018. Durante estos años, he observado que hay tres tipos generales de clientes:



1. El que no sabe y no le importa

Las frases favoritas de este grupo son «Tú resuélvelo», «Como tú veas» y «Confiamos en ti». Sí, suelen respetar las propuestas, pero no aportan mucho, incluso nos privan de información respecto a sus proyectos; no sabemos qué necesitan.

 

¿Qué hacer?

Confía en ti, en tu instinto y en tus conocimientos. ¿Cuál fue la primera solución que vino a tu cabeza cuando conociste el proyecto? ¿Qué técnica o estilo te gustaría explorar? ¡Aprovecha la oportunidad a fin de probar cosas distintas y reforzar áreas en las que necesitas practicar! 

 

Recuerda que sabes lo que haces (aunque muchas veces sientas que no), determina qué información necesitas y qué opciones tienes para conseguirla. Ya que tengas los recursos de trabajo, permítete crear lo que sabes que es mejor para la situación.

 

 

2. El que ya sabe exactamente qué quiere y nada más necesita  que tú lo hagas 

Este cliente cree tener todo resuelto en su cabeza. Es frecuente que se sienta feliz de “ahorrarte trabajo” diciéndote qué hacer. En ocasiones, hasta  usan este pretexto en su regateo. No están abiertos a opciones ni a escuchar razones. 

 

¿Qué hacer?

No te lo tomes personal. Al igual que tú, ellos quieren hacer lo que piensan es mejor para su negocio. Puedes probar cosas que jamás hubieras imaginado y darte un descanso en la toma de decisiones. Pero ojo, recuerda que una cosa es hacer algo que no te encante y otra muy distinta, hacer algo que vaya en contra de tus valores. 

 


3. El que coopera y te escucha

Sí, aunque no lo creas, existen. Hay personas que, aun sin saber los pormenores de nuestra labor, confían en tu trabajo y tus conocimientos, y te brindan las herramientas para darles el mejor resultado.

 

¿Qué hacer?

¡Disfrútalo! Aprovecha cada parte del proyecto para dar lo máximo de tu parte. Confía en tus capacidades; juntos lograrán realizar un proyecto espectacular. 

 

 

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