Publicado el 2023-02-22 en Maestría

Conciencia contributiva: obligación o deber en nuevas generaciones

Por: Fredy Adrián Rojas Martínez, alumno de la Maestría en Planeación Fiscal y Tributación Internacional

 

Para los conocedores de la materia, profesionistas que la desarrollan día a día, es bastante simple entender el porqué es necesario tener una conciencia contributiva positiva, cómo influye en una sociedad en desarrollo y qué impacto tiene sobre las nuevas generaciones.

 

A lo largo de nuestra trayectoria educativa, desde educación básica hasta superior, se nos educa de una manera generalizada y sin mucho margen de error. En la primaria nos dicen que las matemáticas son importantes; en la secundaria nos confirman que la ética es necesaria para la vida; en el bachillerato nos mencionan que la biología y las ciencias son la forma de avanzar hacia un mejor desarrollo humano, etc. A medida que vamos creciendo, vamos entendiendo cómo funciona la sociedad realmente, y en algún punto de nuestro desarrollo llega el momento en que nos topamos con la acción de contribuir.

 

La mayoría de personas que llegan a este punto, en donde tienes que inscribirte en el Registro Federal de Contribuyentes (RFC) u obtener tu Constancia de Situación Fiscal, llegar a tener ni la más mínima idea del porqué, para qué o de sí lo estás haciendo de la manera correcta. Y es lamentable, pues desde aquí empieza la mala perspectiva de las contribuciones, sin entender totalmente o solo saber que debemos pagar impuestos de manera obligatoria (Art. 27, CFF, inciso A último párrafo).

 

 

El artículo 31, fracción IV constitucional, nos da pie a todas las leyes fiscales que norman las actividades y los sujetos que son objeto de los impuestos, sin embargo, a lo largo de toda la educación, jamás se habla en ninguna materia respecto a este tema. No hay nada que induzca al alumno, niño, adolescente o adulto joven a que se interese sobre el tema. Sin embargo, cuando este sale a desarrollarse profesionalmente, como un sujeto activo para contribuir a una sociedad en desarrollo, se topa con todas esas cargas administrativas acordes a la actividad, que lo único que causan es enojo, incertidumbre y gastos administrativos.

 

De acuerdo con el INEGI, dentro de su último informe, al tercer trimestre del 2022, la tasa de informalidad laboral en México alcanzaba más del 50%. Estamos hablando de que más del 50% de la economía mexicana no tiene seguridad social, dignificación laboral y por supuesto no contribuye de manera adecuada en cuanto al tema fiscal y que muy probablemente está de acuerdo y conforme con esto.

 

Ahora pensemos entonces que menos de la mitad de la economía mexicana es la encargada de soportar la carga contributiva total que ayuda a alcanzar los presupuestos que se generan año con año, son esta mitad la necesaria para poder garantizar los servicios de seguridad, salud, educación entre otros.

 

Así pues, el Estado, a pesar de tener estas cifras de informalidad, en lugar de educar al niño que un día se convertirá en adulto, y a su vez en un contribuyente, prefiere accionar año con año nuevas reformas fiscales, que garanticen el cumplimiento de las obligaciones fiscales impuestas de una manera rígida y muy poco flexible, que lejos de lograr su objetivo, conducen al sujeto a tener una conciencia contributiva negativa, por las altas tasas de impuestos, la mala administración de los mismos, el abanico tan corto en el tema de deducciones, entre otros.

 

 

Muchos contribuyentes consideran que, si el objetivo de las contribuciones es contribuir al gasto público, esto ayuda a garantizar los servicios de salud, educación, seguridad, entre otros. Pero esto no se refleja realmente en la sociedad, causando que el contribuyente deje de hacerlo, lo evada, o empiece a transmitir esta mala experiencia de contribuir. «no lo declares», «págalo en efectivo», «no damos factura», «para qué pago si se lo van a robar», «¿y qué gano si me doy de alta en el SAT?», «¿por qué tengo que pagar solo yo?»,  «¿cómo le hago para pagar menos?», estas son solo algunas de las opiniones que muy seguramente has escuchado en algún momento.

 

Es entonces donde entramos en un círculo vicioso, pues el Estado necesita de los sujetos pasivos, para que se garantice lo antes mencionado, y el sujeto pasivo, necesita transparencia y resultados en estas garantías para que confirme que contribuir es un bien que ayudará a la sociedad, en donde se desarrolla, y por ende vale la pena hacerlo.

 

Pitágoras en algún momento dijo: «educad al niño hoy y no será necesario castigar al hombre mañana». Considero firmemente que esta frase aplica en la mayoría de cuestiones y problemas de nuestra sociedad, y el tema fiscal no queda exento, pues quizá, si el Estado, en lugar de buscar medidas más rígidas para garantizar el cumplimiento de las obligaciones fiscales, comenzará con un programa en escuelas donde se le enseñara al niño, adolescente y joven adulto a que las contribuciones ayudan a tener una mejor sociedad y que, a su vez, quien administra este presupuesto se rigiera con el mismo pilar, quizá esta disputa de si debo o no debo pagar impuestos terminaría, y entonces se tendría una conciencia contributiva positiva.

 

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