Publicado el 2021-07-14 en Cps

Aburrimiento y pandemia: oportunidades para la reflexión

Psic. Ilse Paola Sánchez

 

Ya se ha visto en las publicaciones anteriores del CPS que la pandemia nos ha traído además de mayor acercamiento con la tecnología, otras formas de relación, trabajo, comunicación, aprendizaje, etc. Nos ha llevado también a experimentar más ansiedad, más estrés, insomnio, problemas alimenticios (la mayoría de las personas que he escuchado en mi consultorio me ha compartido que comen más y que el aburrimiento o la ansiedad los ha llevado a comer más chatarra que antes, o cantidades más grandes de comida). Estas situaciones nada agradables las hemos tenido que enfrentar de alguna u otra manera, ya sea con técnicas de relajación o respiración, para contrarrestar la ansiedad o el estrés, cómo nos comparte la Psic. Ada Julieta o salir a caminar a la montaña o espacios abiertos con mucha naturaleza, cómo nos comparte la Psic. Esmeralda González, para cuidar nuestro cuerpo y nuestra salud mental.

 

Sin embargo, hay quizá otra cosa de la que no se ha hablado, o no con tanto detenimiento: el aburrimiento. El aburrimiento parece ser un malestar cotidiano de muchos alumnos de la  UNLA, ya que no saben qué hacer, cómo organizar sus tiempos, cómo enfrentarse a la nueva modalidad o que están hartos de una rutina repetitiva.  

 

 

¿Qué se dice del aburrimiento?

 

Según el diccionario de la Lengua Española, el aburrimiento sería cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción. En este sentido, el aburrimiento es algo que se evita, algo de lo que se huye o intenta escapar a toda costa, algo que nos han hecho creer que es malo.

 

Todos en algún momento evitamos estar aburridos y buscamos cualquier cosa para distraernos, películas o series, videos de TikTok o con redes sociales en general. Hemos tenido que enfrentarnos a convivir con las mismas personas todo el día, a estar enfrente de una laptop para hacer tareas, hacer las planeaciones de clases, hacer labores administrativas e incluso atender pacientes o tener nuestro proceso terapéutico de manera virtual. Hay muchos motivos que nos han llevado a sentirnos aburridos y aburridas. Y bueno, además de reconocer que el aburrimiento es algo que nos acompaña un poco más en tiempos de pandemia y que no nos gusta, ¿qué más es el aburrimiento? 

 

Según Javier Sánchez (2019) quién es docente, estudia y analiza este fenómeno en el contexto educativo, menciona que el aburrimiento es algo que reduce a su vez la actividad fisiológica, que nos provoca la sensación de desinterés, nos lleva a no poder concentrarnos, la percibimos como una emoción negativa que nos hace sentir displacer porque nos sentimos pasivos. Nos comparte que “posee componentes específicos afectivos (sensaciones desagradables), cognitivas (sensación de que el tiempo transcurre lentamente, distracción), fisiológicos (nivel de activación bajo), expresivos (postura corporal caída, expresión facial y tono de voz monótonos) y motivacionales (impulso por abandonar o cambiar la situación)” (p. 21).  Él identifica entonces que la emoción lleva a sus estudiantes (y en ese sentido a todos los que pudiéramos sentirnos aburridos) a movernos, a hacer otras cosas, a buscar alternativas a esa situación que nos aburre. 

 

El aburrimiento ocurre entonces, cuando una persona experimenta un estado neurológico de baja activación y también un estado psicológico de insatisfacción, frustración o desinterés como respuesta al bajo nivel de activación que los estímulos o el medio ambiente le presentan. 

 

Esto quiere decir que el hecho de que alguien se aburra no es un problema meramente individual, el aburrimiento aparece cuando el medio no es lo suficientemente estimulante para cautivar la atención de la persona. La pandemia, como lo dije con anterioridad, también nos ha llevado a estar en entornos aburridos, pasivos, poco estimulantes, solitarios, repetitivos, etc. Y también nos ha llevado a enfrentar otra forma de aprender o enseñar. Las herramientas o medios han tenido que modificarse por una exigencia mundial y eso nos ha costado aprender y aprehender de esta nueva manera, nos ha llevado a pensar que no es una buena forma de adquirir conocimiento, “que estudiar así es aburrido y tedioso”. 

 

Quizá antes las clases o los entornos de aprendizaje no eran estimulantes porque eran muy estructuradas y poco flexibles, se leía la gran parte del tiempo en vez de ser explicada a detalle o con pasión, había un uso exclusivo o excesivo del PowerPoint, las clases eran de tipo unidireccionales, nula o poca planificación, ausencia de proximidad docente-alumno, participación efectuada sólo por algunos pocos compañeros, poca introducción de conceptos nuevos, redacciones formales o académicas, entre muchas otras causas que quizá aún se repiten en algunos escenarios pero que, al ser tomada la clase frente a una pantalla sin tener la posibilidad de contactar de manera física y real con los docentes y compañeros esto, lo hace todavía más difícil. El aburrimiento aparece, durante las clases virtuales y fuera de ellas; en la mañana, tarde o noche nos invade el aburrimiento. 

 

Sin embargo, esto nos tendría que llevar a buscar, no sólo huir de eso que nos aburre: ¿qué podríamos buscar? Nuestros propios medios de aprendizaje, nuestras propias rutas de lecturas, un camino dinámico para aprender. Tener una apertura para aprender de esta nueva manera, reconocer la importancia de la carrera que hemos elegido, del impacto que nuestro aprendizaje puede tener en un futuro y de todo lo que podemos lograr si ponemos de nuestra parte y tratamos de poner todo de nosotros, aunque sí, algunas veces pueda ser aburrido, porque, aunque la casa no siempre es individual, la solución si puede estar en las manos del alumno o del joven, adulto o niño para enfrentar la situación “aburrida”. 

 

La Dra. Victoria González Ramírez nos explica que el aburrimiento, por muy desagradable o rechazable que sea para nosotros, es importante y fundamental para nuestras vidas. 

 

Ella menciona que el aburrimiento puede ser un indicador de privilegio de clase, porque para estar aburrido uno tendría que estar también saciado o satisfecho.  El que tiene saciadas todas sus necesidades más fácilmente se puede aburrir, independientemente a las situaciones que nos aburren a todos, como esperar por un largo tiempo, aprender algo demasiado sencillo o, por el contrario, demasiado complejo. El aburrimiento llega cuando no hay mucho que hacer y hay una saciedad. 

 

Cuando uno está aburrido no quiere solucionar algo o darle salida algún plan o ejecutar una meta, cuando estamos aburridos y aburridas queremos algo que nos divierta, una estimulación o incluso sobreestimulación. ¿Qué pasa cuando un maestro nos habla de un libro sin hacerlo efusivamente o con un tono de voz muy suave, aunque el contenido sea muy interesante y enriquecedor? Nos aburre porque queremos dinamismo y movimiento. ¿A dónde elegimos ir para divertirnos? A lugares con música fuerte, con muchas luces y mucha gente bailando aquí y allá. Buscamos la sobreestimulación, aunque no tengamos una relación donde podamos escuchar, entender o dialogar con el compañero o compañera. Dejamos pasar cosas importantes en la búsqueda del entretenimiento constante. 

 

Es importante reconocer, que, aunque el aburrimiento sea en primer plano algo que rechazamos todos (por las razones que mencioné anteriormente), es también una emoción que tiene muchas bondades. 

 

Bondades del aburrimiento 

 

La Dra. Victoria González nos explica que cuando alguien está concentrado en algo muy particular se activa una red en el cerebro llamada frontoparietal, que es responsable de mantener el foco atencional y cuando esa persona se cansa o aburre la red se desactiva, pero se activa otra red que da lugar a procesos igual de complejos e importantes; aquellos que dan lugar a la reflexión, la introspección, resolución de problemas, memoria autobiográfica. El aburrimiento permite encontrar la innovación, llenar los vacíos que no llena el entendimiento o la sobreestimulación, y en este sentido, la Dra. nos invita a aburrirnos, considerando cuatro consejos: 

 

  1. Tolera el aburrimiento, espera, resiste y sé paciente.
  2.  Concéntrate en tu cuerpo, enfócate en lo que sientes, en lo que piensas. Si no puedes concentrarte en lo anterior; descansa y párate, observa tu alrededor: sal al patio y ve el cielo, observa los rincones de tu casa a los que no les prestas mucha atención. Voltea y ve tu alrededor. Concéntrate en ello. 
  3. Regresa a la actividad aburrida. Encuentra el sentido y la importancia de esa actividad.
  4. Ten espacio a tu vida al ocio donde puedes encontrar un placer particular.

 

Desde la filosofía se dice que el aburrimiento es una emoción moral y ética. El aburrimiento en este sentido, y al ser una emoción “prohibida”, que no se nos permite sentir o que nos decimos a nosotros que no debemos sentir, es una emoción que nos lleva a la búsqueda del sentido de la vida. El aburrimiento es tiempo de contemplación, de silencio y de un diálogo interno.

 

Para concluir, es importante aceptar que, en estos tiempos de pandemia, en tiempos de aburrición evidente tenemos la oportunidad de pensar, de pensarnos, de planear y trabajar en aspectos profundos que pueden ayudarnos a tener una calidad de vida diferente más adelante. Aprovechemos este tiempo para aburrirnos, para pensar, para crear; ya habrá otros tiempos para hacer cosas distintas, para sentirnos más activos o entretenidos. 

 

 

Referencias:

González, V. (2021). Las bondades del aburrimiento. En https://www.youtube.com/watch?v=cKRWDUH_wvg 

 

Retana, C. (2011). CONSIDERACIONES ACERCA DEL ABURRIMIENTO COMO EMOCIÓN MORAL. Revista Cañina. vol. XXXV (núm. 2). Pp. 179-190. https://www.redalyc.org/pdf/442/44248790013.pdf 

 

Vernucci, S. & Zamora, E.  (2019).  Aburrimiento: función, causas y estrategias de intervención. En La ciencia de enseñar. Aportes desde la psicología y la educación. (pp. 21-27) Universidad Nacional de Mar del Plata.

 

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