Del reality «Dale, dale, dale» a la vida diaria: mi experiencia piñatera en Netflix

Por: Talía De Niz Pérez Negrón, XUNLA de Diseño de la Comunicación Gráfica

 

El miedo es una muralla que separa lo que eres de lo que podrías alcanzar a ser. 
David Fischman 

 

En la vida, cuando iniciamos un camino profesional, los cuestionamientos son altamente inevitables y constantes. Cuesta trabajo mirar a nuestro alrededor y creer que aquellos que logran sus metas y sueños lo han hecho también a través de la duda y el miedo; la diferencia radica en el trabajo diario, en la constancia y el aprendizaje. A simple vista se lee sencillo, pero implica mucho que no nos han enseñado tan fácilmente. Empezando por creer en uno mismo. 

 

Hace casi cuatro años tomé una decisión de vida que jamás imaginé me llevaría a este lugar desde el cual te escribo: decidí dejar la vida habitual de una licenciada en Diseño de la Comunicación Gráfica, para convertirme en una diseñadora piñatera autodidacta con ánimo de emprendimiento. Sin saber absolutamente nada sobre el tema, me dediqué a crear una línea estética y gráfica para mis piñatas, ensayé y me equivoqué un sin número de veces. Sin darme cuenta, apliqué muchas cosas que aprendí en mi carrera a un proyecto que, hoy por hoy, me trajo a mí y a mi trabajo a una plataforma mundial que jamás me imaginé poder ser parte. 

 

 

La idea de un reality show de piñatas era algo así como un sueño guajiro, que salía como idea millonaria entre los que nos dedicamos a esto, entre charlas de trabajo o con nuestros clientes… Al menos fue así hasta hace no mucho. Pensar que un objeto tan efímero y al mismo tiempo bello y lleno de tradición podría ser parte de un concurso divertido, donde no solo el talento y la creatividad se pusieran a prueba, si no tu capacidad de aguantar largas horas de producción y trabajo, era, para mí, un inimaginable que aún no termino de digerir.

 

Llegar a este lugar no fue para nada sencillo. Si soy muy sincera, el miedo (por no decir terror) me invadió desde el primer día que conocí y supe de mis colegas competidores. Comparada con ellos, yo era algo así como una pequeña habitante de Lilliput, sin experiencia tan amplia como la de cada uno de ellos, pues apenas tres años en el medio de la piñatería aprendida de manera autodidacta eran mi currículum y con un compañero extraordinario, mi mejor amigo, César Chagolla, que si bien tiene un talento impresionante, tampoco tenía la experiencia que aparentemente se necesitaba para superar los retos a los que nos íbamos a enfrentar. 

 

Pero antes de seguir esta historia, volveré unos cuantos pasos atrás para contar cómo es qué llegamos ahí. La respuesta viene a ser una especie de tip personal no pedido, pues considero que es necesario hablarlo y compartirlo contigo a través de estas líneas. La manera de llegar ahí fue con la herramienta con la que no es sorpresa y todos usamos día a día: las redes sociales. Confieso que es difícil creerlo de primera mano, pero siendo honesta, nuevamente me di cuenta del poder que tiene la constancia, y mostrando mi trabajo fue que llegó a mi bandeja de entrada una invitación de casting para ser parte de esta experiencia. El tip es el siguiente: ¡no temas exponer tu trabajo al público, donde quiera que este esté! Quita de ti el miedo, haz lo que disfrutas hacer, para lograr lo que te propones; siendo constante y trabajando día a día podrás llegar a sitios que no imaginas. No dejes de tocar puertas, mandar mensajes, y hacer todo lo que consideres necesario, al final del día, el no ya lo tienes y el sí siempre será una amable posibilidad que podría sorprenderte de una manera muy inesperada.