Publicado el 2023-06-09 en Licenciatura y Licenciatura en Psicología

¿Conociendo mi carrera o conociéndome a mí?

Por: Celeste Montserrat Guzmán Valdés, estudiante de segundo semestre de la Licenciatura en Psicología. 

 

  «Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. 
No es el fin del mundo. Es el inicio de uno nuevo»

Lorena Franco, Perdida en el tiempo


Para adentrarme en mi experiencia en la UNLA, debo comenzar explicando el cómo fue que decidí llegar aquí. Tomar la decisión de qué hacer en los próximos años de tu vida es un desafío considerable e incluso después de tomarla es posible que surjan dudas e inseguridades en el proceso, especialmente cuando hay una pandemia de por medio.

 

Elegir mi carrera fue un camino algo largo, sin embargo, mi toma de decisiones me llevó a situaciones donde veía a personas angustiadas, desesperadas, irritadas en pocas palabras, con muchas emociones de por medio. Yo quería ayudar, y lo podía hacer, pero de una manera muy sutil, y yo no quería eso, porque cuando veía a estas personas me surgían muchas preguntas: «¿Están llorando solo por esto o hay algo más detrás? ¿Por qué solo puedo decirles esto? ¿Por qué no modifican algo que claramente les genera problemas? La solución parece tan simple, ¿por qué no la pueden ver?». Estas preguntas que resonaban en mi cabeza me llevaron a elegir la carrera en Psicología, pero después la pregunta del millón fue «¿y dónde voy a estudiar eso?». Quería una universidad que no fuera normal, donde me pudiera sentir cómoda y que me pusieran nuevos retos. Entonces así fue como llegué a la UNLA.  

 

 

Cuando llegué al primer día de clases, experimenté una impresión interesante debido a la presencia de personas que eran muy diferentes a lo que yo consideraba como lo normal en ese entonces, lo cual despertó mi curiosidad. Durante ese primer día, nos hicieron la clásica pregunta: «¿por qué psicología?». Recuerdo que la mayoría de las respuestas de mis compañeros eran «quiero ayudar», «me interesa la salud mental», «porque me da curiosidad el comportamiento humano».

 

En ese momento, comprendí que esas personas a las que veía tan diferentes y desconocidas para mí probablemente no eran tan distintas, ya que compartían el mismo objetivo y tenían una historia única que los llevó a tomar esa decisión. Recuerdo que en ese primer día, nuestro director de carrera llegó y nos dijo: «Aquí les brindaremos información, y ustedes decidirán si desean quedarse». En ese momento, esas palabras no resonaron tanto en mí.

 

Conforme pasó el tiempo conocí más a mis maestros y compañeros, también iba aprendiendo un poco más de psicología, hasta cierto punto me desesperaba porque yo quería saber más. También mis compañeros recuerdo que hacían comentarios como: «¿y para qué vemos esto? ¿Cuándo nos van a enseñar cosas de psicología?«. En lo personal, una parte de mí también lo pensaba. Pero, llegó un día donde la maestra Katia nos preguntó: «¿quién considera que la psicología es una ciencia?». Al escuchar esa pregunta comprendí que ese iba a ser uno de los primeros retos. 

 

Con el transcurso de las clases aprendí a investigar, cuestionarme, saber que las personas sienten y tienen perspectivas diferentes, comprender que aquello que investigas debe ser argumentado con resultados y evidencia; ahora todo tenía un poco más de sentido. Ese primer semestre sentí que pasó muy lento porque fue complicado integrarnos como grupo, recuerdo que en nuestras participaciones hablábamos con mucha fuerza, desde nuestra perspectiva y sentir, y claro, no todos comprendemos el punto de vista de los demás. 

 

El último día de clases de ese primer semestre, fuimos con nuestro director al aula ecológica, donde todos contamos cómo nos sentimos y lo que habíamos aprendido. Nuestro director, Víctor, nos dijo que disfrutemos nuestro tiempo en la universidad. Que el tiempo se pasa volando y que durante nuestra estancia vamos a experimentar diferentes emociones. También nos advirtió que algunas clases nos tocarán fibras sensibles y que iremos cambiando gradualmente. Y definitivamente tenía razón… 

 

 

Así fue como llegó el segundo semestre, el cual detonó una vuelta de 180 grados en mi vida. Parte de esta vuelta tiene que ver con el primer día, ya que llegó al salón una maestra de la cual se cuenta la leyenda que es la más exigente que hay dentro de la carrera, el nombre de la maestra es Diana Galduroz y en efecto, el primer día nos dijo «yo formo profesionistas». Ella impartió la clase de Aprendizaje y Memoria, mi aventura en su materia fue subir y bajar en una montaña rusa, en ciertos momentos quería llorar, en otros gritar, en otros me sentía feliz y a veces solo quería decir «ya suéltame, maestra». Esta materia me permitió aprender que todos tenemos diferentes tiempos y maneras de aprendizaje, y que lo aprendemos no es que esté bien o mal, simplemente tiene que ver cómo ponemos en marcha ese aprendizaje y quién nos está guiando para desarrollarlo. Escuchar a la maestra cada día en sus clases era como quitarme una venda de los ojos en cuanto a mi forma sesgada de ver el conocimiento de los demás.

 

Así mismo, comencé a ver de una manera empática a mi hermano, quién es una persona que posee una neurodivergencia, y tenerme a mí misma empatía y tolerancia en cuanto a mi conocimiento. 

 

Esta materia también nos permitió como grupo unirnos un poco más, puesto que la maestra Galduroz hacía que cada clase fuera tan distinta, por ejemplo, podíamos llegar al salón y nos decía: «hoy no se pueden sentar en su lugar», por lo que nos hacía que conviviéramos con los demás. También nos pedía mapas conceptuales, pero la hoja del mapa debía tener forma de barco o circular, cada clase con ella era cómo expresó mi compañera Dana: «mi cerebro está gritando».

 

 

Unos días después llegó a nuestro salón un profesor llamado Roberto, él nos impartió la clase de Antropología Psicológica del Mexicano, mi experiencia en esta materia es algo rara, ya que me rehusaba al principio a tener esa clase, porque pensaba: «ay, no, vamos a ver historia o temas controversiales que nos harán pelear». Conforme avanzó el tiempo, cada vez aumentaban mis ganas de querer salir corriendo del salón, sin embargo, con las participaciones del maestro y de mis compañeros y las enriquecedoras lecturas que hacíamos, comprendí que los temas que incomodaban se tocaban porque eran necesarios hablarse y voltearlos a ver con la debida importancia que se merecen, porque podemos marcar una gran diferencia. 

 

En esa clase descubrí que hay muchos agentes de cambio, que cada uno de ellos tiene una voz tan fuerte y que poco a poco están marcando una gran diferencia. En esta materia, me di cuenta de que estaba viviendo en una especie de burbuja rosa, la cual nunca creí que existiera. Gracias a ese descubrimiento y con la ayuda de ciertas personas, he empezado a romper esa burbuja poco a poco. Sin embargo, estoy segura de que aún me queda mucho por descubrir.

 

Me siento tan feliz de esta deconstrucción que estoy viviendo, porque no solo la estoy llevando a cabo conmigo, también la comparto con mi familia, amigos y conocidos cercanos. 

 

Una oportunidad más que he tenido en este semestre y ha dejado una huella en mí, es poder pertenecer al nuevo Centro de Escucha UNLA, es muy especial para mí estar formando parte de este proyecto, porque la finalidad de este centro es poderles dar atención psicológica principalmente a víctimas de violencia y personas que se encuentren en un estado de crisis.

 

En lo personal, este es uno de los retos que tengo como estudiante, ya que tengo que esforzarme el doble para poder dar una atención de calidad y profesional. Esta experiencia ha sido sumamente satisfactoria, puesto que me ha permitido conocer y desarrollar mis habilidades y aptitudes, así como detectar mis áreas de oportunidad para llevar a cabo un trabajo profesional. Todo esto ha sido posible gracias a la guía y apoyo del director de mi carrera. Sinceramente, admiro a esta persona no solo como ser humano, sino también como psicólogo. Además, durante esta convivencia he tenido la oportunidad de conocer a compañeros que se encuentran en diferentes semestres, lo que me ha permitido adquirir conocimientos de ellos. Ver a mis compañeros de mi mismo semestre adquirir toda esta información y poderla poner en práctica juntos es realmente gratificante y motivador.

 

 

Para concluir, puedo decir que mi experiencia en la UNLA ha superado mis expectativas como universidad, y sobre todo superó las expectativas que tenía de mí. Ya que al llegar aquí he encontrado maestros tan increíbles que están guiándome en este proceso, personas que han dejado una gran huella de cambio en mí, y ha sido enteramente gratificante encontrar personas que les apasionan los mismos temas y que trabajan para marcar una diferencia. Saber que estoy en una carrera dónde se nos brinda información, pero poder tomarla y decidir qué hacer con ella, es gracias a que cada clase tiene una finalidad, pero en cierto punto todas se unen y es para formarnos un criterio, cuestionarnos, ver la sociedad de diferentes perspectivas, y poder ver al ser humano desde un punto empático.  

 

Al comenzar este camino, no imaginaba que tan solo en un año fuera a vivir y cambiar tanto. No solo como estudiante, también como persona.

 

Cabe aclarar que este proceso no ha sido nada fácil, ha llevado consigo enojo, llanto, felicidad, ansiedad, nerviosismo y sorpresas; no mentiré en algunos momentos de la carrera, aún me sigo preguntando: «¿y si lo voy a lograr?». Pero, también, cuando viene esa pregunta a mi mente, volteo y veo lo que he estado construyendo en este tiempo y a lo largo de mi vida. Gracias a mi carrera, a las personas que están en mi vida y todo lo que ha pasado en este año, soy capaz de poder reconocer mi esfuerzo y mi trabajo, así mismo, el agradecimiento es también hacia la comunidad UNLA que en el mes de mayo lo hizo. 

 

Y definitivamente esto me impulsa a seguir queriendo aprender más, construir más y que cada día me plantee nuevos objetivos. Me emociona enormemente pensar en lo que vendrá en los siguientes años: las personas que conoceré, los nuevos conocimientos que adquiriré, la oportunidad de replantearme nuevas metas, la posibilidad de conocer a mis próximos maestros y todo lo que cada materia me aportará. También estoy emocionada por los nuevos proyectos que vendrán en mi camino. Estoy completamente abierta a todos estos nuevos retos, pero soy consciente de que necesito seguir trabajando arduamente para lograr que todo esto se lleve a cabo.

 

Los resultados de este primer año en la carrera son realmente motivadores para continuar, porque si esto pasó en tan poco tiempo, no me imagino que más puede ocurrir, porque desde un inicio nada de esto pasó por mi cabeza.

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